El mundo te ha hecho suyo. Inevitable es ver ahora como quienes te rodearon se apropiaron de eso que consideran pertenece a su memoria. Fragmentado en mil historias cada cual ha reclamado, cual reliquias intangibles, pedazos de tu vida. Mas el que fuiste se me pierde entre todo lo que a este punto han hecho a mi mente registrar como característica tuya. Que seas ahora nuestro mártir personal te ha convertido en ícono confuso. Tanto cambio impuesto por las miradas que esculpen tu figura. Diecisiete años muy joven para ser lo que sos, propio de quienes jurarían saber lo que te constituyó, de igual manera razones sobran para haberte visto perdido entre tanta reminiscencia. Elevado al punto de ser un abrumador concepto teñido de ese fuego que tu persona encendió, iluminado por las vidas que has logrado inspirar. Pero los años no fueron tan transparentes y ese romanticismo es el velo de una figura ajena.
Hermano, solo yo pude darte ese título y es ahí que te vuelves propio, cotidiano, personal, pero mas que todo existente. ¿Cuántas imágenes habrán de quien fuiste? Pero para mi se me revela con el tiempo solo una, solo la que siempre conocí pero perdí con tu muerte. Tres años muy tarde logro ver en mis recuerdos a quien no podré nunca elevar de la manera ajena en que toda una generación fue capaz de crear su altar...porque ese pertenece a ellos, a los otros, y no eres quien eras para mi. Porque eres mas humano cuando de mi carne te recuerdo, y te siento cercano cuando pienso en tu vida, no en aquello que te hizo inmortal. El barniz aplicado fue el sudario tejido por manos extrañas, como la plasticidad que cubrió tus restos aquella dolorosa tarde de vela. Una vez limpio ese rostro te reconozco como el que siempre fuiste, aquel en quien veo mas presencia tuya que cualquier inculcada divinidad, ese que entre distorciones perdí pero tuve la dicha de recuperar. Es entonces que entre historias de tu risa, carboncillo que dibuja el boceto mas fiel de quien la vida me regaló, despierto de esos años de falsas percepciones por no haberte aterrizado, por no comprender anteriormente que nunca observaste desde arriba sino caminaste a mi lado.